Sábado a la tarde. Las calles del bajo están casi vacías, se ven unos camiones que llevan mercancía para algún chino de la zona, policías en una esquina hablando de lo bien que la pasaron en una bailanta perdida del conurbano, kiosqueros distraídos acomodando los caramelos que se caen durante los días caóticos de la semanas. A la arquitectura de las casas no parece importarles tal tranquilidad.
Llegamos a Plaza de Mayo, hay vallas, puestos de feria y mucha gente rodeadas, cada una de ellas, por un aura de colores. Las oraciones que se pueden escuchar no son del todo coherentes, o tal vez para una persona conservadora, criada baja una estructura muy estructurada.
A mi derecha, un chico, unos 20 años como mucho, tenia ojos verdes, profundos, la pupila no se distinguía o tal vez asumía ese tamaño porque había mucha luz, tenía el pelo negro y la tez blanca, pero con suaves tonos que le daban aspecto de vivo. A veces me cuesta entrar en conversación, pero solo con cierta gente, este chico parecía no tener problemas a la hora de hablar, siempre trataba de sacar conversación pero yo no sabía que decirle o preguntarle, me conto que era del interior y que se vino a la ciudad del smog a trabajar, le costaba bastante autoabastecerse, tenia trabajos esporádicos pero bien pagos. Mi mirada de vez en cuando se corría de su cara y se perdía entre la gente coloreada, una frase con letras equivocadas me volvió a la conversación… “¡cuantos chicos lindos que hay hoy!”, yo sonreí y me volví a perder.
A mi izquierda había un grupo de chicas, si a algunas de ellas las viéramos de lejos le cambiaríamos la A por la O, hablaban de a quienes esperaban encontrarse o que estaban esperando a tal o cual. Note algo raro en sus temas de conversación, no hablaban de hombres, si de temas como football, pero no de hombre como amantes. Sin embargo, una de las chicas, que hablaba de una tal Martina, cada vez que la nombraba le brillaran los ojos, como si Martina formara parte de ella, como si fuera un órgano vital. Todo esto me confundió un poco.
Desde donde estoy puedo ver una fuente atravesada por un pequeño arcoíris, hacia juego con el entorno, de tras, hay una cámara de televisión. El periodista entrevista a una mujer, voluptuosa, con ropas muy llamativas, como queriendo ser la figura del día y la plaza. Parece ser que en su documento nacional de identidad dice varón, pero su imagen es otra, tal vez está siendo entrevistada para quejarse del mal desempeño de los empleados ¡se equivocaron a la hora de poner el sexo! Me acerco a ella y le pregunto “¿te puedo sacar una foto?”, me dice “si, corazón” y posa muy sensual, FLASH.
La plaza se convirtió en un sitio alegre por varias horas, lejos de cualquier preocupación, salvo que las cámaras enfoquen a la gente equivocada. Todo parecía estar preparado. Alrededor de las 18 30 hs la gente y camiones decorados con globos y banderas comenzaron a marchar, sin que nadie diera ningún tipo de señal, como si estuvieran programados por alguna maquina.
Desde donde estoy vi como la plaza volvía a ser gris.
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